domingo, 1 de septiembre de 2013

¡Ah, no puedo vender esta guitarra!

¡¿Qué hacer con este cántaro enmielado que desbordo
colmado del dulzor con el que me encadenas,
de a poquito me estás haciendo compañera,
buena musa, tu hada colmenera?!

Ya estoy transida en vibraciones de Caribe,
tengo un aroma de hombre que me embriaga,
que me muerde, que me excita y acorrala
y me reinstala en el tinglado del encuentro
sin aliento y con tu fuego en la mirada.

Entre mis dedos, tirita el tiempo,
el agua, el viento,
me están haciendo música de espera
y yo respiro entendiendo estar anclada
en la gloria hirsuta de tu pecho!.

¡¿Qué es esta magia?!
¿O es un embrujo?
¿O es que arrebujo de suyo
este brutal encantamiento
que me hace navegar de lado a lado por tu cuerpo,
en olas aventadas de ternura y de deseo,
en embestidas que burlan las distancias,
tus límites, los míos,
hasta quedar aquí,
en el centro del tornado de tu beso,
en el eje que da a luz las esperanzas?

Y ya, cuando el gorgeo de los pájaros
es el último sonido de la noche
y las flores ya sonrojaron sus estambres,
el cansancio se hace sueño encapullado
y este sueño, que nos quiere abrazados
se hace paz y plenitud,
se hace vuelo de condor liberado.

¡No! ¡No puedo vender esta guitarra!
¡Tengo demasiado poeta
cantándome en el alma!

1 comentario:

  1. La guitarra sonrió con todas las notas musicales,
    luego se dijo: Hay amor, cuánto nos amámos.

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