¡¿Quién osó bajarte de mi beso
y cortarte las dos alas,
tapiarte las orillas de mis olas
y ensordecerte
a este canto mío
que te invoca?!
¡¿Quién osó, rozar tu piel, tán mía?!
Si mía es la promesa,
tu cálido latido que se enreda
en otro cuerpo
teniendo todo el mío.
¡Es la distacia
que araña con su hambre,
que no soporta
en la piel , loq ue nos falta:
El roce, la cariacia,
el abrazo que nos grita!
¡¿Quién osó dejarte en el oído
alguna frase hermosa,
si ahí es donde yo alojo
mi verso y mis quejidos,
si esa es mi cuenca rumorosa?!
¡Es la distacia
que araña con su hambre,
que no soporta
en la piel , loq ue nos falta:
El roce, la cariacia,
el abrazo que nos grita!
viernes, 30 de agosto de 2013
Solo por verte (canción)
Yo sé que sólo vivo para verte,
que cruzaría el mundo por tenerte,
mis ojos van de lado a lado
de cada nube que cruzamos,
¡Ay, si de pronto aparecieras
para morir de amor y primavera!
Yo sé que sólo vivo para verte, dejo en mi puerta un verso, para que entres a descubrir todo el poema que has construído entre mis venas y toda la canción que espera... pa' regalarte el sol que me desvela.
Ven por mis ojos agrandados, Por esta música en el viento, Por este amor fijo en el tiempo ¡Por este amor que sabe a puerto!
Yo sé que sólo vivo para verte, dejo en mi puerta un verso, para que entres a descubrir todo el poema que has construído entre mis venas y toda la canción que espera... pa' regalarte el sol que me desvela.
Ven por mis ojos agrandados, Por esta música en el viento, Por este amor fijo en el tiempo ¡Por este amor que sabe a puerto!
miércoles, 14 de agosto de 2013
Fragmento del poema "Ven a mi muro, calladito"
"Te seguiré besando por todas las fronteras
hasta ensordecer tu mente,
te tocaré -insurgente- debajo de tu ropa:
ahí habitan mis manos haciendo poesía
en el jardín frondoso de tu pecho
donde encuentro melodías."
El poema en su totalidad lo podrás leer dentro de poco en una las publicaciones que saldrá al mercado en Chile.
Copyright © 2013 Mónica Mares
El poema en su totalidad lo podrás leer dentro de poco en una las publicaciones que saldrá al mercado en Chile.
Copyright © 2013 Mónica Mares
Quiénes son esas mujeres
¿Quienes son esas mujeres
que me asedian ahora que voy sola,
que me instan a seguirlas?
Las solas, las tristes, las que lo hacen todo, pero a las que NADA les devuelve a la alegría.
Las impecables, las pulcras hasta en el rimmel, las traficantes del cloro, del más fuerte, de ese que corroe hasta la sonrisa.
Las severas, esas que no le perdonan el disfrute a nadie, ni a sí mismas, las que no "pierden el tiempo" en dejarse acariciar por la luna, y menos las que escriben, olvidándose de todo lo que no sea seguir por su arcoiris.
Las enojadas por todo, por todo lo que huela a ser feliz, las que se cubren la belleza henchida de los pechos, de las piernas, de las que se amarran los ojos, las vulvas y la lengua y a "machote" el pensamiento, lo que fije un tórrido recuerdo, las que se violan el más íntimo deseo.
Las malditas que afilan la guadaña para cercenar cualquier atisbo de humedad y alevosía, cualquier inflexion de voz que parezca seducir, las dueñas del horario, de la rigurosidad de los deberes, las que hacen sexo con guíon y con cronómetro, en sábanas estériles de hospital, las que no sangran, ni lloran, ni "gastan el tiempo" en internet.
Las que no gastan un veinte en flores ni en un libro de poemas, las que evitan chorrearse el cuerpo de jugo semental, las que se amarran los pies para no ir a ver al que aman, las que creen que el amarse es señal de vanidad.
Las que entiesan sus ropas interiores, evitando las manos gestadoras de un espasmo, las que se jabonan con el insano frenesí que friegan una olla, las que odian a los hombres. ¡Sobre todo a los poetas! Por inútiles y locos, porque juntan las estrellas, desperdiciando las miradas.
Las que no soportan el ruido del recreo, las risas en las puertas de moteles, los gemidos nocturnos de los vecinos y la alegre copulación de los gatos por los techos.
Las que se autoabducen en el orden militar, en los códigos penales y civiles, en las leyes del mercado, en las penas del infierno, esas que dan la mano como un cierre de candados carcelarios.
¡UFFF! ¡Poeta! ¡Ok, amárrate el alma y las ganas de tocarme! Pero quédate ensoñándome en el aliento de mi pluma, en tu propio pentagrama, en el duro limbo de no tenernos, porque no logro, no quiero y menos debo, seguir a estas mujeres y dejar de ser tu hembra.
Copyright © 2013 Mónica Mares
Las solas, las tristes, las que lo hacen todo, pero a las que NADA les devuelve a la alegría.
Las impecables, las pulcras hasta en el rimmel, las traficantes del cloro, del más fuerte, de ese que corroe hasta la sonrisa.
Las severas, esas que no le perdonan el disfrute a nadie, ni a sí mismas, las que no "pierden el tiempo" en dejarse acariciar por la luna, y menos las que escriben, olvidándose de todo lo que no sea seguir por su arcoiris.
Las enojadas por todo, por todo lo que huela a ser feliz, las que se cubren la belleza henchida de los pechos, de las piernas, de las que se amarran los ojos, las vulvas y la lengua y a "machote" el pensamiento, lo que fije un tórrido recuerdo, las que se violan el más íntimo deseo.
Las malditas que afilan la guadaña para cercenar cualquier atisbo de humedad y alevosía, cualquier inflexion de voz que parezca seducir, las dueñas del horario, de la rigurosidad de los deberes, las que hacen sexo con guíon y con cronómetro, en sábanas estériles de hospital, las que no sangran, ni lloran, ni "gastan el tiempo" en internet.
Las que no gastan un veinte en flores ni en un libro de poemas, las que evitan chorrearse el cuerpo de jugo semental, las que se amarran los pies para no ir a ver al que aman, las que creen que el amarse es señal de vanidad.
Las que entiesan sus ropas interiores, evitando las manos gestadoras de un espasmo, las que se jabonan con el insano frenesí que friegan una olla, las que odian a los hombres. ¡Sobre todo a los poetas! Por inútiles y locos, porque juntan las estrellas, desperdiciando las miradas.
Las que no soportan el ruido del recreo, las risas en las puertas de moteles, los gemidos nocturnos de los vecinos y la alegre copulación de los gatos por los techos.
Las que se autoabducen en el orden militar, en los códigos penales y civiles, en las leyes del mercado, en las penas del infierno, esas que dan la mano como un cierre de candados carcelarios.
¡UFFF! ¡Poeta! ¡Ok, amárrate el alma y las ganas de tocarme! Pero quédate ensoñándome en el aliento de mi pluma, en tu propio pentagrama, en el duro limbo de no tenernos, porque no logro, no quiero y menos debo, seguir a estas mujeres y dejar de ser tu hembra.
Copyright © 2013 Mónica Mares
Aquel beso en el alba de diciembre
¡Dame un beso mañanero, dijiste, para despertarme bién. Y yo te dije...
¡Déjame renacer en este día Domingo de Diciembre y dejar en tu boca todo el amor que cabe en el planeta, para semillarnos días de alegría y newen, con la fuerza originaria de la vida, unida a tí por profecía, en regaloneado beso mañanero!
¡Y fué! Un beso abierto... hambriento, lento, intencionadamente intenso, jugoso, sin reservarnos nada, a ojos cerrados, despegados del suelo y de todo, como si sólo tuviéramos el alma y las bocas encontradas.
¡Fué un beso de guarda, de antiguos arpegios de 20 años de Domingos sin besar!
¡Fué un beso de concierto, de pieza de cierre triunfal, explotado con timbales y violines tremolados en una sola nota -como nosotros- y en todas las octavas...
¡Fué un beso de café y de chocolate derretido, de pétalos de botón de rosa, de agüita santa vertiendo de todos nuestros poros, mojado en la lluvia de tus versos incubándose, de versos asomados, secretos, a compás de la complicidad, atemporal, desquiciado, aún lleno de estrellas y respirando las ráfagas de mar que tienes en el cuerpo, reventadas en la arena anhelante de mi boca que movía cascabeles en tu espalda.
¡Fué un beso animalado, con ruido de alas, enmielado y bendecido de locura, sin saber más que eras tú, a la mitad del tiempo, de tu ruego, de tu hambre tocando el hambre mía.
¡Ayy hombree... qué beso que nos dimos, temblados de placer interminable, desfachatados, a ciegas, sin cabeza, sin ruta, de curso liberto e ignorado hasta hoy día, es un beso que nos dura todavía, en cada despertar, rompiendo el alba!
Tu Moni, en otra mañana de Domingo.
Copyright © 2013 Mónica Mares
¡Déjame renacer en este día Domingo de Diciembre y dejar en tu boca todo el amor que cabe en el planeta, para semillarnos días de alegría y newen, con la fuerza originaria de la vida, unida a tí por profecía, en regaloneado beso mañanero!
¡Y fué! Un beso abierto... hambriento, lento, intencionadamente intenso, jugoso, sin reservarnos nada, a ojos cerrados, despegados del suelo y de todo, como si sólo tuviéramos el alma y las bocas encontradas.
¡Fué un beso de guarda, de antiguos arpegios de 20 años de Domingos sin besar!
¡Fué un beso de concierto, de pieza de cierre triunfal, explotado con timbales y violines tremolados en una sola nota -como nosotros- y en todas las octavas...
¡Fué un beso de café y de chocolate derretido, de pétalos de botón de rosa, de agüita santa vertiendo de todos nuestros poros, mojado en la lluvia de tus versos incubándose, de versos asomados, secretos, a compás de la complicidad, atemporal, desquiciado, aún lleno de estrellas y respirando las ráfagas de mar que tienes en el cuerpo, reventadas en la arena anhelante de mi boca que movía cascabeles en tu espalda.
¡Fué un beso animalado, con ruido de alas, enmielado y bendecido de locura, sin saber más que eras tú, a la mitad del tiempo, de tu ruego, de tu hambre tocando el hambre mía.
¡Ayy hombree... qué beso que nos dimos, temblados de placer interminable, desfachatados, a ciegas, sin cabeza, sin ruta, de curso liberto e ignorado hasta hoy día, es un beso que nos dura todavía, en cada despertar, rompiendo el alba!
Tu Moni, en otra mañana de Domingo.
Copyright © 2013 Mónica Mares
martes, 13 de agosto de 2013
Acuno
Acuno un ágil latir de cierto apuro
la planta de sus pies
para alzarse desde todas sus mañanas
a abrazarse en el cobijo seguro
del futuro en los ojos que lo amparan
y recorrer el mundo así
bajo el continuo canto de mi nana.
Acuno el halo transparente
de una mujer roca de luz, mirada clara
que viste el sereno rol de iluminar,
una estatua majestuosa de ternura feliz, multiplicada
al que es tán natural amar!
Acuno a un hombre desprendido de mi cuerpo
que nunca ha despegado de mi alma!
acuno como ayer su pelo azul bajo la luna,
acuno hoy su reír, sonora llama
y acunaré mañana
su dulce cabellera en canas
Acuno a su par de estrellas desplegadas
ya montadas en la inmensidad del cielo,
su fruto, su dolor, su orgullo extremo
y a los hijos de sus hijos
cantando las veredas!
Acuno a la par a nueva hermana
que me ha acunado a mí
en la dulce caricia que tiene su mirada,
en la nítida voz que me llevo anclada
sin saber lo que digan los idiomas
el amor fraternal y maternal
no precisa de palabras!
Acuno a un nuevo país que se me hermana
en el alero generoso, por humano
a estas claras islitas de los troncos
que arropa en bosquecitos
las vidas de esta prole mía
que en canto se derrama.
Finalmente acuno
la calidez de este pueblo que habla raro
que se atreve a vivir y a ser de veras,
a sus caminos de agua y de certeza,
a sus múltiples colores de personas
todas erguidas
bajo su digna fortaleza.
Copyright © 2013 Mónica Mares
la planta de sus pies
para alzarse desde todas sus mañanas
a abrazarse en el cobijo seguro
del futuro en los ojos que lo amparan
y recorrer el mundo así
bajo el continuo canto de mi nana.
Acuno el halo transparente
de una mujer roca de luz, mirada clara
que viste el sereno rol de iluminar,
una estatua majestuosa de ternura feliz, multiplicada
al que es tán natural amar!
Acuno a un hombre desprendido de mi cuerpo
que nunca ha despegado de mi alma!
acuno como ayer su pelo azul bajo la luna,
acuno hoy su reír, sonora llama
y acunaré mañana
su dulce cabellera en canas
Acuno a su par de estrellas desplegadas
ya montadas en la inmensidad del cielo,
su fruto, su dolor, su orgullo extremo
y a los hijos de sus hijos
cantando las veredas!
Acuno a la par a nueva hermana
que me ha acunado a mí
en la dulce caricia que tiene su mirada,
en la nítida voz que me llevo anclada
sin saber lo que digan los idiomas
el amor fraternal y maternal
no precisa de palabras!
Acuno a un nuevo país que se me hermana
en el alero generoso, por humano
a estas claras islitas de los troncos
que arropa en bosquecitos
las vidas de esta prole mía
que en canto se derrama.
Finalmente acuno
la calidez de este pueblo que habla raro
que se atreve a vivir y a ser de veras,
a sus caminos de agua y de certeza,
a sus múltiples colores de personas
todas erguidas
bajo su digna fortaleza.
Copyright © 2013 Mónica Mares
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