Acuno un ágil latir de cierto apuro
la planta de sus pies
para alzarse desde todas sus mañanas
a abrazarse en el cobijo seguro
del futuro en los ojos que lo amparan
y recorrer el mundo así
bajo el continuo canto de mi nana.
Acuno el halo transparente
de una mujer roca de luz, mirada clara
que viste el sereno rol de iluminar,
una estatua majestuosa de ternura feliz, multiplicada
al que es tán natural amar!
Acuno a un hombre desprendido de mi cuerpo
que nunca ha despegado de mi alma!
acuno como ayer su pelo azul bajo la luna,
acuno hoy su reír, sonora llama
y acunaré mañana
su dulce cabellera en canas
Acuno a su par de estrellas desplegadas
ya montadas en la inmensidad del cielo,
su fruto, su dolor, su orgullo extremo
y a los hijos de sus hijos
cantando las veredas!
Acuno a la par a nueva hermana
que me ha acunado a mí
en la dulce caricia que tiene su mirada,
en la nítida voz que me llevo anclada
sin saber lo que digan los idiomas
el amor fraternal y maternal
no precisa de palabras!
Acuno a un nuevo país que se me hermana
en el alero generoso, por humano
a estas claras islitas de los troncos
que arropa en bosquecitos
las vidas de esta prole mía
que en canto se derrama.
Finalmente acuno
la calidez de este pueblo que habla raro
que se atreve a vivir y a ser de veras,
a sus caminos de agua y de certeza,
a sus múltiples colores de personas
todas erguidas
bajo su digna fortaleza.
Copyright © 2013 Mónica Mares
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